marzo 2021
En este artículo, a medio camino entre la microbiología médica y la psicología sanitaria, repaso los aspectos más destacados relacionados con el Sars-CoV-2 y las hipótesis de neurovirulencia en el síndrome de Long-Covid.
La rapidísima propagación del Sars-CoV-2 durante 2020 ha mostrado, desde el inicio de la epidemia, algunos aspectos psicológicos de primordial interés para la salud pública, que desde mi punto de vista se pueden atribuir a dos ámbitos bien diferenciados:
- El primero es de carácter psíquico, asociado a variables de personalidad individual y a la modalidad cognitiva, emocional, conductual y la percepción de riesgo.
- El segundo es de carácter más estrictamente biológico, asociado a la probable neurovirulencia del patógeno.
La epidemia de Covid-19 destacó por la rapidez con la que se convirtió en un fenómeno pandémico. Esta tendencia epidémica-pandémica del Sars-CoV-2 era en cierto modo predecible. La extrema facilidad para moverse por el planeta representa una variable ampliamente conocida en los contextos generales de la Salud Global. La propagación de enfermedades infecciosas está históricamente relacionada con los movimientos humanos (emblemática fue la Ruta de la Seda durante el siglo XIV, con la que la Yersinia pestis se extendió de este a oeste).
La rápida propagación del virus también ha sacado a la superficie algunos aspectos psicológicos de primordial interés para la salud pública, asociados a la percepción de peligro, la exposición al contagio de las clases sociales menos favorecidas, las variables de personalidad individual y la dinámica social. Sin embargo, con el paso de los meses, además de estos aspectos puramente psicológicos, la aparición de síntomas prolongados en determinados pacientes tras la recuperación de la propia infección encendió el foco hacia la neurovirulencia.
Desde mi punto de vista es oportuno separar dos hipótesis diferentes, no necesariamente excluyentes:
- un probable neurotropismo del virus con efecto citotóxico directo sobre los tejidos nerviosos.
- una respuesta sistémica a la llamada “tormenta de citocinas” y, por tanto, un efecto indirecto del germen en el huésped
Neurovirulencia en cerdos
En los cerdos, por ejemplo, una enfermedad cerebral grave, la encefalomielitis hemaglutinante, tiene como agente etiológico un virus que tiene un 91% de homología (es decir, similitud genética) con un coronavirus humano, el OC43.[1] Incluso los gatos y los ratones pueden infectarse por coronavirus neuroinvasivos y -aunque no son zoonosis- y por lo tanto no constituyen hasta la fecha ningún peligro para los humanos, el hecho de que algunos CoV puedan mostrar cierta neurovirulencia es suficiente para llamar la atención sobre el Sars-CoV humano.
De facto, ha habido episodios de encefalomielitis por MERS[2], pero las infecciones primarias del SNC por coronavirus parecen ser poco frecuentes. Lo preocupante es otra cosa. Es decir, casos de pacientes post-Covid -clínicamente recuperados de la infección- que padecen síntomas inespecíficos que se prolongan durante semanas tras el primer episodio infeccioso, aspecto que está teniendo cierta repercusión en el número de sujetos implicados. Inicialmente, estos síntomas se asociaron a los episodios psicotraumáticos secundarios a la sensación de soledad en contextos hospitalarios, a la imposibilidad de ver a los seres queridos y la incertidumbre de la experiencia. Actualmente se interpretan desde una perspectiva multidisciplinar.
La lenta estela de síntomas tras la recuperación de la infección se ha definido como “Long-Covid”. De la poca literatura publicada hasta la fecha, podemos deducir un cuadro clínico con síntomas muy variados entre los que se incluye la llamada “niebla cognitiva” o “niebla mental”, que hace referencia a un conjunto de síntomas (que también se encuentran entre otras cosas en otras infecciones víricas):
• Sensación de desorientación
• Confusión mental
• Dificultad para concentrarse
Trastornos de la memoria a corto plazo
Aparte las personas paucisintomáticas o totalmente asintomáticas, los pacientes sintomáticos presentan neutrofilia[5] (es decir, aumento de neutrófilos) y linfopenia (disminución de células T y B y, por tanto, de células NK). Precisamente esta neutrofilia, que también se da en el SARS, podría contribuir a aumentar la respuesta inflamatoria, ya iniciada por la tormenta de citoquinas IL-6, IL-10 y especialmente IL-1. De hecho, los neutrófilos son responsables de producir la llamada NET (trampa extracelular de neutrófilos), una respuesta adaptativa al patógeno que, si no es modulada por los linfocitos, podría reforzar la propia respuesta inflamatoria [6].
De una encuesta de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (SEMG)[7] se aprende que de 1.834 pacientes clínicamente recuperados de Covid-19 con una edad media de 43 años, un elevado % continúa experimentando síntomas. El 86% son síntomas psicológicos y neuropsicológicos. Más concretamente encontramos:
• 95,91% cansancio y astenia
• 86,21% mal humor
• 78,24% dificultad para concentrarse
• 75,46% condiciones ansiosas
• 72,63% problemas de memoria
Notas / Bibliografía
[1] Francisco J. Carod-Artral, Complicaciones neurológicas por coronavirus y Covid-19. Revisión. Rev Neurol 2020, 70 (9): 311-322.
[2] Arabi YM, Harthi A, Hussein J, Bouchama A, Johani S, Hajeer AH, et. Al. Severe neurologic síndrome associated with Middle East respiratory síndrome corona virus (MERS-CoV). Infection 2015; 43:495-501.
[3] Mauro Moroni, Spinello Antinori, Claudio Maria Mastroianni, Vincenzo Vullo. Manuale di malattie infettive. 3ª edizione, 2020 Edra.
[4] Ibidem.
[5] Han H, Xu Z, Cheng X, et al. Descriptive, retrospective study of the clinical characteristics of asymptomatic COVID-19 patients. mSphera, 2020 oct 7;5(5).
[6] Arcanjo, A., Logullo, J., Menezes, C.C.B. et al. The emerging role of neutrophil extracellular traps in severe acute respiratory syndrome coronavirus 2 (COVID-19). Sci Rep 10, 19630 (2020). https://doi.org/10.1038/s41598-020-76781-0.
[7] https://www.semg.es/index.php/noticias/item/613-noticia-20201111.
[8] Venturelli, S., Benatti, S., Casati, M., Binda, F., Zuglian, G., Imeri, G., . . . Rizzi, M. (2021). Surviving COVID-19 in Bergamo Province: A post-acute outpatient re-evaluation. Epidemiology and Infection,1-25. doi:10.1017/S0950268821000145.[9] IES-R (Impact of Events Scale – Revised): La Escala de Impacto de Eventos es una herramienta clásica en la evaluación de trastornos postraumáticos; HADS (Hospital Anxiety and Depression Scale): es un cuestionario de fácil administración que evalúa el estado de angustia mental en pacientes ingresados en salas hospitalarias y está compuesto por 14 ítems; RSA (Escala de Resiliencia para Adultos): es un cuestionario de 33 ítems con buenas propiedades psicométricas. Investiga seis dimensiones psíquicas: Autopercepción; Confianza en la capacidad de planificar el futuro; Habilidades sociales; Orientación hacia las metas y la organización de la vida diaria; Cohesión familiar; Recursos sociales; MoCA (Montreal Cognitive Assessment): es una de las herramientas más utilizadas para la evaluación neuropsicológica: investiga las siguientes áreas funcionales: atención, concentración, funciones ejecutivas, memoria, lenguaje, habilidades visual-constructivas, abstracción, cálculo, orientación. En cuanto a los trastornos cognitivos, la Evaluación Cognitiva de Montreal fue positiva sólo en dos pacientes, aunque 69 refirieron tener trastornos cognitivos.
[10] Elizabeth M. Rhea, Aric F. Logsdon, Kim M. Hansen, Lindsey M. Williams, May J. Reed, Kristen K. Baumann, Sarah J. Holden, Jacob Raber, William A. Banks, Michelle A. Erickson. The S1 protein of SARS-CoV-2 crosses the blood–brain barrier in mice. Nature Neuroscience, 2020; DOI: 10.1038/s41593-020-00771-8.
[11]Eugenia Martínez Hernandéz, Roser Velasco Fargas. Mecanismos fisiopatogéneticos de afectación neurológica. In: David Ezpeleta, David Garcia Azorín, Manual Covid-19 para el neurólogo general. Ediciones SEN, 2020.